
Ven muerte, acompaña a este desolado poeta que a diario llora en su interior por aquella mujer que tanto ama y no puede conseguir. Sé su guía en tu mundo, posa tus delgados brazos alrededor de su cuello y pasea tus labios coquetos por los suyos. Házle olvidar con esto por unos instantes de su sufrimiento, que dé cuenta de que existe vida fuera de la esfera en la que está encerrado.
Permite que antes de su último aliento sienta el calor de un abrazo, la humedad de un beso para que así al menos llegue con una sonrisa a tu mundo... 26/03/2006