Aún en el silencio estibal de nuestras mentes atormentadas, los demonios devoran vorazmente nuestras vidas. En el pasaje oscuro de nuestros pasados, la caida del Dios-Demonio está destinada por nuestros besos de sangre. Así el poeta del pasado sucumbe ante el empuje de la inconciencia que violentamente da paso al redentor de mi inteligencia robada por un mal sueño conseguido a través de unas lágrimas de un cocodrilo borracho, envenenado a su vez por la sangre alcoholizada de un Mesías plastificado. Pero eso no es nada si lo comparamos los sangrientos ósculos de tus labios llenos de navajas afiladas... 06/02/2001 (Manzanillo, Colima)...
Esa noche Luis estaba junto a Claudia apertrechados en el auto de Esthela, la hermana de Claudia, resguardándose del frío viento de mediados del mes de febrero, tenían menos de 4 meses de haberse conocido, pero ambos juraban que el otro era lo que habían estado buscando en sus sueños, un día antes acordaron que harían un día de San Valentín distinto, que harían de lado los convencionalismos mercadotécnicos y celebrarían de un modo sui generis.
Él le había obsequiado a Claudia un ramo de rosas blancas, en las cuales quiso dejar en manifesto el torrente de emociones que ella le inspiraba sacando una lanceta, y haciendo una punción en su índice izquierdo, utilizó su sangre para dedicarle pequeñas frases que iba improvisando especialmente para ella. Cada que terminaba una frase, miraba a los ojos de ella fugazmente para observar su reacción, una serie de suspiros involuntarios de parte de él afloraron cuando en ella detectó un brillo especial en su mirada.
"Te propongo una cosa -comentó Claudia- que estoy segura que te encantará a raíz de tu detalle de las rosas con sangre, ¿Has escuchado acerca del Pacto de Sangre? Pues, ¿Qué te parece si mañana hacemos ese pacto?" Luis no podía dar crédito a lo que escuchaba, estaba realmente emocionado de escuchar de sus labios esa petición y sin pensarlo dos veces, le dijo que conseguiría lo necesario para llevar a cabo lo que para él era una fantástica idea...
Ésto pasaba por la mente de Luis mientras en una tierna, pero apasionada caricia que Claudia hacía con sus manos a través de su espalda le hizo reaccionar. "¿Trajiste los bisturíes, el algodón y el isodine?" "Si, los tengo en mi mochila", "sácalos por favor para hacer nuestro pacto antes de que regrese Esthela". Una vez que le entregó lo que le pidió; él sin esperar a que ella mencionara palabra alguna, le ofreció su brazo derecho, ella ligeramente nerviosa lo tomó e hizo una pequeña incisión en la parte interna de su muñeca al tiempo que él mencionó estas frases:
"Sal ya, tibia sangre, que mi corazón gustoso te ha elegido para poder inmortalizarte en cada célula de ella, contágiale en cada átomo tuyo la pasión que se desborda con una inmensa alegría de poder a cada segundo poder admirarla, es tu pequeña pero importante misión, mantén siempre vivo el recuerdo de este momento en su cabecita"...
Y sin hacerse esperar, el plasma hizo acto de aparición; tan roja como el vino tinto, tan tibia como el cobertor que cada mañana fría nos otorga su dulce calor; era tan solo un pequeño hilillo que miles de mosquitos habrían disfrutado como un oasis, pero valientemente salió a cumplir su misión. Por unos segundos la observó detenidamente, ella respondió a su mirada pero sin mover un solo músculo, como si el tiempo se hubiese detenido para extender indefinidamente ese momento. Ella sin soltar su brazo, lo dirigió a sus labios para darle un beso mientras en sus ojos deslumbraba nuevamente ese brillo que tanto le cautivaba.
Fue el turno de ella, que extendiendo con una decisión admirable su brazo, provocó en Luis una pequeña indecisión. "¿Qué sucede, por qué dudas? -Preguntó Claudia-," "No estoy dudando mi hermosa niña -respondió Luis con un hilo de voz-, lo que pasa es que jamás me atrevería a lastimarte y es precisamente por esta razón que me ves cavilando, ya que es demasiado fuerte mi sentir hacia ti que no concibo siquiera la idea de hacerte al menos una pequeña herida; pero tienes razón, no es momento para dudar, ya que debemos verlo como un motivo extra para solidificar nuestros sentimientos".
Al tiempo que tomó su brazo lo besó con toda la ternura que guardaba para ese momento, cuando notó que ella temblaba, beso su mejilla y apretó firme, pero sin fuerza su mano, posteriormente limpió un pequeña área de su muñeca e hizo la incisión; no había necesidad de presionar, el labio filoso del bisturí cumplió cabalmente con su misión y un hilo de sangre comenzó a brotar, casi de manera instantánea en los ojos de Luis unas lágrimas comenzaron a asomarse y despedirse como temerarios paracaidistas, para después de dar el salto, volar y caer en sus piernas.
Una vez que ambas heridas fueron hechas; Claudia y Luis, sin dejar de mirarse a los ojos, juntaron sus brazos, y como si fuese planeado, sus rostros comenzaron a acercarse para hacer lo mismo con sus labios, parecía que la noche se había conmovido por aquella escena, ya que el rocío que emanaba de la humedad que reinaba en el ambiente, se condensaba para hacer la función del agua bendita y así dar su mejor deseo a ambos.
Pasados unos minutos de estar disfrutando de tan agradable ambiente, ella lo miró con dudas, como preguntándole ¿Qué sigue? Y él la miró igual, sin saber qué hacer, sin saber qué decir en ese momento. Ella bajó la mirada y se abrazó fuertemente a él, resguardándose en su regazo y diciendo cosas tan en voz baja que solo ella alcanzó a escuchar. Luis se quedó con las manos frías por unos segundos y una mirada reclamante de parte de ella le hizo reaccionar. La miró con dudas y de pronto éstas se volvieron miedos a algo que desconocía y que quería desentrañar para así tranquilizarla.
Ella movió su muñeca y la apretó contra la muñeca de él, ambos perforados, e hizo presión, una presión tremenda como si sacara fuerzas de dónde no las había, Luis le hizo una mueca de dolor pero no desistió. Siguió apretando. Y dejó correr las lágrimas por sus mejillas y se lanzó a llorar en sus piernas, insensibles desde hace algo de rato por la posición en que se encontraba.
Claudia le hizo jurar, aún apretando los brazos, que su alma la acompañaría a donde quiera que ella fuera y hasta donde sea que ella muriera en el futuro, él en respuesta a sus peticiones, y después de jurarle su fidelidad eterna, le dijo aquella frase secreta que solo ellos conocían su significado, ella le dijo con la voz toda cortada que tenía miedo, que no estaba preparada para lo que seguía de vivir en ambos...
Fue tan bello todo cuanto rodeó el ambiente apasionado que ambos habían creado, pero una voz familiar en ambos los hizo regresar a la realidad y con una gasa cubriendo sus heridas, sonriendo se vieron y en esa mirada se entregaron miles de frases que ambos entendían... 14/07/2008

3 comentarios:
Muy bueno...nada más que agregar...
Raro...buen concepto... cai aqui por que tenemos los mismos apellidos... por lo tanto somosun algo como hermanos creo yo
Fue muy bello... gran trabajo, me encantó! La verdad que me llegó =)
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