7 de abril, una peligrosa y explosiva mezcla de alcohol y melancolía se hace presente en mi cerebro, de tiempo atrás tengo el conocimiento de que no deben estar juntos pero por alguna razón desconocida paso por alto la recomendación de mi psique.
A las 11: 27 aproximadamente la melancolía se dispara exponencialmente haciendo que mis fantasmas afloren y me dejan en una de las disyuntivas más crueles a la que me puedo ver involucrado: Llamar, o ignorar. El maldito de mi inconsciente me a vuelto a engañar y tomo el equipo y marco el número 7 y dejo que el teléfono haga la tarea encomendada; pero cometo un error muy grande: he pasado por alto el que estoy en un lugar con mucho ruido y no detecto cuando está sonando el tono de llamado. Alcanzo a escuchar entre una sobredosis de decibeles una voz tan familiar, tan dulce, tan añorada... tan embelesado estaba disfrutando su tierna vocecita cuando en un chispazo de lucidez mental, mi cerebro capta la peligrosidad de mi acto y ordena inmediatamente el cancelar la llamada: demasiado tarde, en tan solo 2 segundos que duró la llamada (juraría que fueron casi 30 minutos) tuve la sensación de que todo estaba como antes.
Después de colgar cobardemente intenté en vano reparar mi craso error, pero para fortuna mía, ella tal vez debió captar la lucha interna en la que me enfrasqué y apagó su teléfono, decir que agradezco ese gesto es una verdad a medias, ya que de verdad me hubiese gustado intercambiar algunas palabras.
Pasé unos momentos muy desagradables a posteriori, ya que varias veces me preguntaban las personas con las que estaba si me sentía bien, bueno, no quería entrar en polémicas y decía que si; total, era tan solo un lapsus brutus, un pequeño desequilibrio mental en la cual sé como puedo evitar, solo que ese día de una forma inexplicable pasé por alto...
A las 11: 27 aproximadamente la melancolía se dispara exponencialmente haciendo que mis fantasmas afloren y me dejan en una de las disyuntivas más crueles a la que me puedo ver involucrado: Llamar, o ignorar. El maldito de mi inconsciente me a vuelto a engañar y tomo el equipo y marco el número 7 y dejo que el teléfono haga la tarea encomendada; pero cometo un error muy grande: he pasado por alto el que estoy en un lugar con mucho ruido y no detecto cuando está sonando el tono de llamado. Alcanzo a escuchar entre una sobredosis de decibeles una voz tan familiar, tan dulce, tan añorada... tan embelesado estaba disfrutando su tierna vocecita cuando en un chispazo de lucidez mental, mi cerebro capta la peligrosidad de mi acto y ordena inmediatamente el cancelar la llamada: demasiado tarde, en tan solo 2 segundos que duró la llamada (juraría que fueron casi 30 minutos) tuve la sensación de que todo estaba como antes.
Después de colgar cobardemente intenté en vano reparar mi craso error, pero para fortuna mía, ella tal vez debió captar la lucha interna en la que me enfrasqué y apagó su teléfono, decir que agradezco ese gesto es una verdad a medias, ya que de verdad me hubiese gustado intercambiar algunas palabras.
Pasé unos momentos muy desagradables a posteriori, ya que varias veces me preguntaban las personas con las que estaba si me sentía bien, bueno, no quería entrar en polémicas y decía que si; total, era tan solo un lapsus brutus, un pequeño desequilibrio mental en la cual sé como puedo evitar, solo que ese día de una forma inexplicable pasé por alto...
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