Una maldita noche de invierno, mis ojos lloraron hasta inundar a mi alma, pues la luz que iluminaba mi cuerpo rápidamente se extingue. Rivaliza con la luz del sol muerto en el pecado de iluminar las tinieblas de este mundo vacío; Es tan importante este ángel para mí que su desaparición, tan temida por mí es tan fuerte que las miles de lágrimas que derraman mis ojos no serán suficientes para contener su partida. Si, la luz de la muerte de mi ángel es tan intensa cual fisión de millones de partículas de uranio, y temo que esa fisión pueda destruir lo que aún me queda de cordura gracias al calor que se escapa rápidamente del cuerpo de mi ángel, mi dulce ángel... 20/01/2001
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