Y cuando desperté, me había dado cuenta de que ella había sido solo un sueño, uno de los mejores que tuve; y lloré amargamente, ya que sabía que no iba a repetirse. ¡Bendita la hora en que llegó a mis sueños, pero maldita la hora en que desperté! Ahora, la soledad me restriega en la cara la dura realidad que me cala hasta la médula: Un amor irreal que tan bien me hizo sentir, y saber que ella ya no estará allí, en mi mente, como en cada noche y día que iba en busca de su consuelo, de sus caricias auditivas, del suave toque de la piel de sus manos acariciando mi rostro… Ahora si estoy seguro de que amo, de que daría la vida y hasta el alma por ella; pero, ¿Por quién? ¡Pero si ella tan solo es un sueño! El mejor que he tenido, pero aún así no deja de ser solo un sueño. Recuerdo cuando intentaba dormir, ella acariciaba mi aún largo cabello, que lo enroscaba en sus dedos y que me decía al oído unas frases tan dulces que me hacían sonreír y sonrojarme a la vez, recuerdo que extendía mis brazos y rodeaba con ellos su pequeño cuerpo, y ella esbozaba una hermosa sonrisa y se acurrucaba en mi pecho. ¡Cómo olvidar la frescura de su sonrisa mientras ella dormitaba! Siempre esplendorosa desplegaba un aura tan fuerte que hacía que apretara su frágil cuerpo junto al mío, mientras le decía todo lo que iba saliendo del fondo de mi corazón, aquellas frases que nunca antes me salieron tan espontáneas… 19/07/2003
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