12 diciembre 2004

Día 29...

Vagaba sola, en la inmensidad de la tormenta. La lluvia borró sus pensamientos, nubes doradas nublaron su razón. Los pájaros, perdidos, comieron de sus manos vacías. Ella se reía de su inocencia, pero otros, invisibles, fantasmales, le sacaron los ojos, atravesaron su negra alma y picaron su podrido corazón (¿acaso lo encontraron?) Látigos de plata azotaron las estrellas, los pájaros huyeron asustados por las torres que se desplomaban, y entre las ruinas de su cordura apareció un ángel... La abrazó con sus oscuras alas, la estrechó contra su cuerpo desnudo, y recostándola en el lecho del olvido le mostró la música escondida en la casa del silencio, el lugar donde los cadáveres resuman calor... Coros celestiales celebraban el triunfo con la locura de sus cantos, pero el sol amenazaba en el horizonte y la caricia expulsada de su cuello anticipó el fin del último día. El día que escaparon en el infinito mar de niebla y se zambulleron en el espumoso océano de sus mentes. Hoy, el ángel y los pájaros vuelan juntos al anochecer, susurrándose al oído. Ella grita sin palabras un secreto... ¿podrán las alas descubrirlo?... 02/02/2002

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