12 diciembre 2004

Día 50...

“La infelicidad es perecedera y nómada”… Y yo tan sólo soy un observador solitario en esta esfera de putrefacción y melancolías grabadas en el estero de mi corazón. Y el corazón hecho bolita, desviste la pena ajena del vaso vacío, mientras que con tu mano presionas firme la herida que tú misma causaste. En esta tarde llueven cascabeles de bronce y plata, allí en la plaza de aquel triste lugar donde las palomas bebían de las lágrimas de cocodrilo borracho que salían de mi rostro. Y araño con mis dientes el duro cemento de la acera de la calle del dolor, allí donde yace dibujado el contorno del cadáver de mi corazón. Y mis huesos hacen el amor con los tuyos bajo el radiante sol del doceavo mes, acompañados por los villancicos y campanitas del cuervo viejo. Cae desde la ventana tu viejo suspiro enrarecido por la baba del diablo que habita en tu conciencia enmohecida; al tiempo en que los viejos besos del árbol caen sin cesar sobre mi alma sobreenvenenada y enferma de amor, haciéndome gritar todo aquello que omití por miedo a sentir… 10/04/2003

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